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El Leviatán: el porqué de su poder absoluto

by - April 08, 2020

Hobbes posee una perspectiva pesimista de la naturaleza del hombre, que se ve caracterizada por tres elementos de discordia, el ansia de gloria, la desconfianza y la competencia. Considera que, en el Estado Natural del hombre, todos se hallan en igualdad de competencia independientemente del ingenio o la fuerza que posean. Plantea desde la percepción de la naturaleza del hombre, que, sin la existencia de una sociedad como tal, los hombres se hallan en constante Estado de guerra. ¨El hombre es el lobo del hombre.” (Hobbes, 2003) Del Estado Natural, Hobbes toma el concepto de libertad, pues es esta la que dota al hombre de la capacidad de comportarse y actuar como le plazca. Por ende, esta libertad es parte fundamental de la discordia, enfrenta a los hombres unos contra otros e impide el orden y la seguridad. La libertad no permite al hombre salvaguardar su propia vida.

El autor comprende entonces que el ser humano halla la necesidad de conformar la asociación política en función de su propia supervivencia. No obstante, la conformación de la sociedad no es suficiente garantía de orden y seguridad para los asociados, existen etapas, etapas que conducen a la conformación de un contrato social. En este contrato existen leyes civiles que norman el comportamiento de los ciudadanos. Sin embargo, este Estado para Hobbes es uno que debe hacer frente a la naturaleza negativa del hombre y por lo tanto adquiere características autoritarias y absolutistas. Es de donde procede precisamente la representación del Leviatán.
¨Una vez que se ha erguido un poder soberano, no puede existir otro representante del mismo pueblo, sino solamente para ciertos fines, delimitados por el soberano. ¨ (Hobbes, 2003) p.79 Un Estado que debe regular el comportamiento de un ser tan complejo y conflictivo como el hombre, debe ser absoluto. Los Estados que centralizan el poder en la cúspide son las monarquías.  Por lo tanto, Hobbes considera que el Estado está representado por el soberano, es decir por el monarca. El hombre desea ser salvaguardado de su propia libertad, por eso concede al monarca la potestad de actuar como desee siempre y cuando lo proteja y permita el orden y la seguridad que amparan su propia vida.


Bibliografía

 


Hobbes, T. (2003). El Leviatan . Buenos Aires: LOSADA.

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