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Hogar

by - April 08, 2020








Caminar anonada mirando el paso de cebra cubierto por una neblina espumosa y leve. Contemplar en un manto oscuro y profundo la luz en el centro de la circunferencia rodeada de ramas retorcidas y arrogantes. Sentirlo…El frío recorrer la garganta y condensarse en susurros que desbordaban mi mirada:

El temor a no ser lo suficientemente buena,

La certeza de los juicios ciegos,

El acecho de recuerdos angustiosos en las esquinas oscuras de las ventanas empañadas,

Y, en todo ello, la voluntad elevándose furiosa en mi piel,

Los amaneceres a las cinco en punto de la mañana,

El calor remolón; los golpes del viento y el graznido de los cuervos,

Los “French Vanilla Coffee” y mis ojos de niña tanteando las letras escondidas en la filosofía,

El helado de maple, las luces parpadeantes en Queen Street,

El musical de Anna de Las tejas verdes reflejado en las esculturas de hielo,

La seguridad y la ausencia del dolor,

Las puestas de sol y las estrellas dibujadas en el firmamento,

Y en el corazón…en el corazón los trazos de una vida robada que empieza a experimentarse con rabia;

Cuanto daría por prolongarlo, por volver….






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