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Primavera

by - April 08, 2020


Tus ojos castaños, llenos de verdad me contemplaban curiosos detrás de aquel horrendo flequillo, tus palabras fueron secas, pero honestas, tanto como tu mirada. Las promesas son eternas cuando aun se pueden contar los años con los dedos de las manos.

El sol se escondía en tus hoyuelos, la risa no tenía fin, el mundo era un mapa dibujado con crayón naranja, el tesoro se encontraba en el centro de la plaza, bajo la fuente de la eterna juventud. Tarde tras tarde los pájaros guardaron el secreto.

Los cristales de la noria eran nítidos, desde allí se contemplaba el principio, el fin y talvez un poco mas allá, tal vez hasta el infinito. El algodón dulce era tan amargo como la vida, que injusto el tiempo, que puede con todo, que es más poderoso que cualquiera.

Las hojas de los cerezos cubrían el lugar, la música de las atracciones era rítmica, continua, la estación de tren rompía la magia, siempre a las tres y cuarto. Que ironía ¿No? Quién diría que algún día no muy lejano la rompería para siempre.

Las estaciones pasan, una a una, el cielo se tiñe mes a mes, pero la vida, sigue, aunque curiosamente posea todo sentido. Tus ojos castaños se difuminan y el brillo se arrincona, casi imperceptiblemente en la esquina de tus pupilas.

Las palabras francas, honestas y certeras se pierden en un mundo que lentamente, como si no fuera lo suficientemente cruel, lo corrompe todo, hasta el brillo de las estrellas. Comienzas a mentir querido amigo, aunque tu mirada nunca aprenda.

Los cristales de la noria lucen empañados, las atracciones se estropean, la música desaparece, quedan pocos en el recinto, es la hora de cerrada y continuamos frente a frente. Tus hoyuelos no guardan más el resplandor de todo un sol. Mil tormentas se revelan, te acongojan el alma y te encadenan.

Me miras, el rubor tiñe tu pálida piel, tus labios pronuncian palabras inconfesables, tu mano me toma, nuestros alientos se mezclan, me besas y soy feliz. Qué estúpida, creer que era el comienzo, cuando desde el principio estaba todo orquestado para una trágica despedida. Te vas y nos separamos, aquella noche comprendí el destino que marca los caminos separados.

Amanece y el tiempo infame conjura, el sol se cuela por mi ventana, son las tres y cuarto y el reloj suena, la sangre se congela, el corazón da un vuelco salvaje, el dolor se difumina aquí, y en todas partes. El ruido del tren se consume, no hay prolongación, rezó en silencio, a pesar de lo poco que creo. Las sirenas suenan, entonces aunque lo niegue, sé lo que ha pasado.

El parque ha cerrado, la noria se ha detenido, los pájaros han migrado viejo amigo, las flores de cerezo comienzan a florecer, la primavera esta a punto de llegar...pero tú ya no estás.

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