Adolescencia perpetua

Tres tazas de languidez y la mirada tersa; soy chiquita, atrapada en el tiempo, en el ir y venir de las motas de los dientes de león.
No sé como desesperezarme la inseguridad; tengo las mejillas teñidas de carmín, la mirada rota, perdida y las manos encogidas.
La vida sigue teniendo las dimensiones de un excusado de secundaria; el alma se tuesta olor a eucalipto podrido, siempre puntual; a las 12 y 45 de la tardemañana y yo;
Sigo sin encontrar camino a la redención.
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