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Rabia

by - April 08, 2020

pencilborn



Tengo la mirada prendida en fuego y el corazón me late estimulado por la rabia; a veces creo que este mundo no me ha dejado más salidas que el reconocerla como la única emoción válida, verdadera. Debo reconocer no sin que las palabras se me traben torpes en la lengua, que parece haberme recorrido el cuerpo, no ha dejado esquina sin rastreo. 

Ha endurecido el color de mi mirada; y... ¿De qué debo tener miedo? También me ha llenado de desprecio, silencioso, frustrado. Me mantiene recitando en mañanas húmedas el relato de memoria; mi vida es el escenario donde ha repartido los roles precisos; mezclándose contradictorios en las certezas agridulces que ofrece en bandeja de plata el privilegio.

Estoy harta de que mi presencia etérea chasquee dulce entre discursos ajenos. Resisto y me rebelo porque son las únicas oportunidades de subsistencia a las que he podido aferrarme en medio de un naufragio de miseria. Y si me niego, si rehúso, si mi mal carácter me sostiene viva en un vaivén de maldiciones heredadas es solo porque me niego a dar el brazo a torcer.

Prefiero morirme a ceder una milésima de mi libertad quebrada, poco me importa si el orgullo me empeña a cinco centavos, o si lo efímero e insignificante de mi transitar resume consignas revolucionarias en un tiro en la nuca. Vivo dispuesta a perderlo todo, porque todo me lo han arrebatado, incluso el derecho a obtener justicia o reparación.

Pueden joderse y hundirse en condescendencia tanto como lo deseen, que los perdone dios-ya que les resulta tan conveniente-yo no pienso hacerlo.

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