
Y aunque la esperanza es inevitable… ¿Por qué deberíamos hablar de amor?
Quiero decir; es agradable sentir el tacto aterciopelado en las noches cálidas y es asombroso perderse en el embrujo de lo efímero, siempre y cuando la penumbra no se sujete a las prescripciones.
Contemplar el ruido extraviado de una tarde convulsa perdida en las luces de una ciudad en la que siempre prevalecen las sombras; en palabras que se trazan suaves sobre la palma de una mano cálida. Y comprender en el dibujo; lo bello y el tormento.
Sentir la melodía de un playlist de canciones de rock en medio de ponencias de filosofía; de susurros asertivos y dudas existenciales que se proyectan en pupilas que rehúyen el contacto.
Y, sobre todo, lo inconcluso, lo inconcreto, la duda; y en ello el acierto.
Que más me da si es inevitable o no, ¿Qué necesidad hay de la esperanza? ¿Por qué debería yo, hablar de amor?
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