El solsticio de invierno ha
llegado y también la necesidad de estar sola, de volver a mi espacio taciturno,
cada vez más vaciado, con menos sentido, pero mío, al fin y al cabo, mío al
final de todas las cuentas. He transitado estos últimos meses en la sin certeza
y el reencuentro, no he puesto una letra en el folio en blanco, porque estaba
danzando y sufriendo en el naufragio, y solo sé, ahora y para siempre, que no
hay vuelta hacia atrás, ni camino de retorno.
He transmutado en fiera.